Las parasomnias son fenómenos físicos no deseables que ocurren durante el sueño. Tener la sensación de caer, ser sonámbulo o hacerse pis en la cama, son activaciones repentinas no epilépticas pero desadaptativas del sistema nervioso durante el sueño. Así mismo, las parasomnias representan un grupo de afecciones vinculadas al sueño, en donde la causa no es un daño orgánico (Tinuper et al., 2012).
Son trastornos que afectan la calidad y la cantidad del sueño. Este tipo de malestar es muy frecuente en los niños, dado que presentan un sueño más inestable y permeable. Así mismo, si bien suelen desaparecer con el tiempo, la prolongación de los síntomas en la adolescencia y la vida adulta, tiene consecuencias problemáticas.
Tipos de parasomnias
En primer lugar, contamos con dos tipos de parasomnias. Esta clasificación se basa en la etapa del sueño donde se producen las mismas:
- Sueño NREM: Sueño sin movimiento ocular rápido, que ocupa el el 80% del tiempo. Esta etapa se caracteriza por cuatro fases, en las cuales la actividad eléctrica del cerebro va adquiriendo hondas más profundas, asociándose con el descanso reparador.
- Sueño REM: Tipo de sueño con movimiento ocular rápido, donde la actividad eléctrica es similar a la vigilia. Esta etapa es más común en la segunda parte de la noche cuando el cerebro ya está más descansado. Es donde se producen las ensoñaciones más complejas y con contenido emocional, asociándose a la consolidación de la memoria y el desarrollo visuoespacial.
Parasomnias de sueño NREM
Estas parasomnias se producen durante el sueño de onda lenta, principalmente en las fases 3 y 4 (Irfan et al. 2017). La activación repentina hace que los sujetos queden en una especie de «limbo» entre el sueño y la vigilia, activándose procesos cognitivos vinculados al sistema nervioso autónomo y motor. Entre las más destacadas podemos encontrar:
- Bruxismo: Este trastorno consiste en el rozamiento y rechinamiento de los dientes durante el sueño. Es provocado por la activación de los músculos mandibulares, los cuales ejercen una gran presión. Su prevalencia es bastante amplia entre la población adulta.
- Terrores nocturnos: Consiste en la activación paroxística del sistema motor durante el sueño profundo. Se caracteriza por gritos, llanto desconsolado, taquicardia y un estado de agitación general, que luego de unos minutos suele cesar.
- Sonambulismo: El sonambulismo consiste en la puesta en marcha de planes motores mientras se está dormido. Se produce durante la fase más profunda de sueño, por lo que es normal durante la noche y no así en una siesta. Por lo general, los sujetos realizan tareas automatizadas como ir al baño, deambular por la casa o ir a la nevera.
- Enuresis nocturna: Consiste en la incapacidad de controlar las micciones durante la noche. Muy frecuente en niños, se produce a causa de un retraso en el desarrollo y el aprendizaje del cuerpo, que no pone en marcha los planes de retención cuando la vejiga se llena.
- Síndrome de piernas inquietas: Consiste en el movimiento involuntario de las piernas durante la noche, que provoca cambios de lugar, agitación muscular y caídas. Es común tanto en niños como en adultos.
Parasomnias del sueño REM
Estas parasomnias tienen una gran relación con la alta activación cortical que se produce durante la fase REM del sueño. Aquí los microdespertares o activaciones del sistema nervioso, provocan estados de conciencia durante las ensoñaciones, donde por un principio de conservación, los músculos no autónomos son bloqueados (Kerbl et al., 2015). Entre las más comunes podemos destacar:
- Parálisis del sueño: Quizás la más preocupante a nivel psicológico, pero igualmente inofensiva a nivel orgánico. Esta parasomnia consiste en la recuperación de la consciencia pero no así, la capacidad de movimiento muscular al despertar. La gran activación amigdalar pone en plan mecanismos de huida que al no tener retroalimentación, derivan en errores perceptivos y alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas.
- Trastorno de comportamiento del sueño REM: Este trastorno es lo contrario a la parálisis del sueño, ya que consiste en al recuperación del control muscular durante las ensoñaciones. Esto provoca que el sujeto actúe a nivel motor acorde al contenido del sueño, lo que puede provocar lesiones de todo tipo.
- Pesadillas: Las pesadillas son sueños excesivamente vívidos y de contenido angustiante. Suele ser común a lo largo de toda la vida, pero puede ser especialmente crónico en niños, con concomitantes despertares y llantos.
La causa de las parasomnias
Durante muchos años, investigadores de todo tipo se dividieron en torno a la adjudicación de una causa fundamental en las parasomnias. El avance tecnológico y, principalmente, la invención del electroencefalograma, han permitido definir las causas de un conjunto de afecciones sin una clara disfunción orgánica. Hoy en día, podemos afirmar que las parasomnias son uno de los ejemplos más ilustrativos de la conjunción de factores psicológicos y orgánicos en un conglomerado de síntomas (Buela-Casal, 1990).
Factores asociados
En primer lugar, los desajustes patológicos del sistema nervioso por causas orgánicas, suelen estar descartados. Existe una alteración de la actividad nerviosa innegablemente orgánica, pero el causante es, fundamentalmente, un factor exógeno. ¿Por qué son patologías más presentes en niños? Justamente, porque su desarrollo nervioso no está completo y por ende, es más sensible a interferencias causadas por agentes externos.
Entre los factores externos más comunes podemos encontrar:
- Estrés: Tan común en la niñez como en la vida adulta. El sistema nervioso tiene por propiedad la adecuación, lo que significa que los umbrales de respuesta se irán modificando en base a la interacción con el entorno. Cualquier situación estresante puede significar entonces la alteración del funcionamiento nervioso durante el sueño. Por ejemplo, se han registrado mayores índices de parálisis del sueño entre poblaciones de inmigrantes (Dejong, 2005).
- Alimentación: Constituye uno de los principales modos de interacción del cuerpo con el medio. Se ha demostrado una correlación entre el índice de parasomnias y la ingesta de alimentos azucarados en niños (Ruotolo, et al., 2015). Así mismo, el consumo de cualquier sustancia estimulante como café o refrescos, altera los niveles de alerta y por consiguiente el funcionamiento normal del sistema nervioso.
- Exposición a medios electrónicos: Un factor estrechamente relacionado a la coyuntura actual de la vida cotidiana. La excesiva exposición a elementos electrónicos prolifera desde edades muy tempranas.
- Higiene del sueño: Tanto horarios irregulares del sueño, como la falta de control de las actividades que se realizan en el dormitorio, están dentro de las principales causas de alteración. Si un sujeto come, estudia y hace ejercicio en su habitación, es normal que por condicionamiento, su cuerpo no identifique ese lugar para las actividades de descanso.
Conclusión: abordaje y prevención
Las parasomnias están dentro de las afecciones más comunes del sueño. Dado que no representan un peligro mortal, muchas personas deciden ignorarlas. Si bien suelen desaparecer conforme el avance de la edad, también es cierto que pueden afianzarse como conductas desadaptativas, lo que las hace mucho más difíciles de erradicar.
Finalmente, la psicoeducación junto con un riguroso plan de higiene del sueño, son de los abordajes más recomendados, en combinación con tratamientos cognitivo conductuales. El impacto de las parasomnias en la somnolencia diurna, las convierte en un problema que debe tratarse antes que comience a afectar las relaciones personales y laborales. Para ello, es fundamental consultar un especialista y tomar las medidas correspondientes.
Fuente: Francisco Roballo
Licenciado en Psicología, con máster en Neuropsicología y
aspirante a PhD de la Universidad de Salamanca.